lunes, 30 de octubre de 2017

“Creo que todo es cuestión de actitud”


Joaquín Darquier es un adolescente de 19 años que hoy vuelve a vivir a Cipolletti, su ciudad natal, tras haber enfrentado un cáncer del que pudo curarse.
Luego de un año a 1100 km de su hogar, Joaquín Darquier cuenta cómo fue la experiencia de mudarse de su ciudad para hacerle frente a un tratamiento contra el cáncer. Al cumplir 18 años, Joaquín se trasladó a la capital del país para vivir una nueva experiencia. “Desde ese momento cambió todo” afirma, refiriéndose al giro que su vida tomó.

¿Cómo fue el proceso hasta que tuviste un diagnóstico cierto?
Mi diagnóstico fue un “sarcoma de Ewing”, un tumor canceroso óseo, que se da generalmente en adolescentes y niños y principalmente en huesos largos del cuerpo, por ejemplo, en mi caso fue en el fémur izquierdo. La primera aparición del dolor en la pierna fue en febrero del 2016, después en junio tuve una segunda y una tercera aparición. Tras ir al médico nuevamente me hicieron una resonancia y me dijeron que tenía un tumor que era 99% benigno, pero que siempre estaba la posibilidad de ese 1% de que fuera cáncer. A los cinco días me hicieron una biopsia y encontraron células malignas, cáncer, así que mandaron los estudios a Buenos Aires. Allì el traumatólogo me dijo que yo tenía que hacer un tratamiento largo e intenso, pero que iba a estar bien.

¿Cuál fue tu primer impulso al enterarte de la enfermedad que padecías?
Lo primero que hice fue largarme a llorar, tenía mucha bronca, no entendía por qué me tenía que pasar a mí. Me acuerdo de que la directora de Oncología del hospital me dijo que tenía que hacer un tratamiento intenso de quimioterapia, nunca nombró la palabra cáncer, pero igual la quimioterapia es una palabra bastante fuerte, o por lo menos fue así para mí, igualmente hoy ya no me hace ruido.

¿Cambió tu vida al enterarte de que tenías cáncer?
Desde ese momento cambió todo, antes tenía una vida normal. Ese día me dijeron que a la semana siguiente ya tenía que empezar el tratamiento en Buenos Aires. En una semana yo cumplía años así que me dejaron venir a festejarlo a mi ciudad, pero al otro día me tuve que ir a y ahí fue el gran cambio. No estaba acostumbrado a eso, estaba lejos de mis amigos, de mi familia, porque no nos pudimos ir todos. Ahí tenía una vida muy limitada, cuando tenía defensas bajas me tenía que cuidar bastante.

¿Dónde tuviste que hacer el tratamiento?
En Buenos Aires. Tenía posibilidades de hacerlo en Neuquén, que queda cerca, pero pienso que en una situación de salud siempre se elige lo mejor y para asegurarme de que me iba a curar, elegimos el Hospital Italiano, que es uno de los mejores hospitales del mundo. Creo que fue la mejor elección, a pesar de haber estado lejos, no nos arrepentimos para nada, fue un año que pasó rápido y valió la pena porque acá estoy.


¿Cómo fue para vos mudarte? 

Me costó estar lejos de mi familia, mis amigos y mi novia. Mis amigos me iban a visitar seguido, al igual que mi novia y mis familiares. Yo también tenía a mis primas allá, lo que también me ayudaba. Por suerte la mitad del tratamiento que hice fue desde enero del 2017 a julio de 2017, donde varios de mis amigos se fueron a estudiar a Buenos Aires y estaban cerca de mí. También me costó mucho vivir en un departamento, estaba acostumbrado a vivir en una casa, con una habitación para cada uno y patio. Acá me costaba bastante estar solo porque los espacios eran más chicos, vivir en una zona tan céntrica también fue raro, yo en Cipolletti vivía en un barrio mucho más tranquilo. Además no era que iba a estudiar o de vacaciones, sabía que iba a pasar un año difícil lejos de todos.

¿Cómo decidiste tomar las cosas una vez que iniciaste el tratamiento?
El momento en el que me enteré de que estaba enfermo me dijeron que en dos semanas tenía que empezar el tratamiento así que me tuve que preparar para eso, física y mentalmente. Creo que lo que mejor hice fue tomármelo con humor, algo que a la gente por ahí le sorprendía, a veces me miraban como diciendo ¿qué estás haciendo?. Pienso estar bien de la cabeza es algo que ayuda mucho, porque como dije en una carta, hacerlo divertido hace que se pase mucho más rápido el tiempo, sabemos que cuando las cosas son aburridas el tiempo pasa lento y si yo me aburría iba a estar mal y me iba a enfermar más. Me lo tomé como que me tenía que curar y seguir mi vida, la energía que le puse y que le pusieron todos ayudó a que todo saliera de esta forma.
Como Joaquín no pudo asistir a su fiesta de egresados, decidió escribir una carta para sus compañeros. “Esto es como un juego en el que los médicos son el jurado, y el tumor y yo somos los participantes. En todo juego el objetivo es, en parte, divertirse y, en parte, ganar. Si uno se aburre termina perdiendo y yo este juego no lo puedo abandonar porque ya saben todos lo que pasa si pierdo” expresa Joaquín en su escrito.

¿En algún momento tuviste miedo de lo que pudiera pasar?
La verdad que nunca tuve miedo de no poder salir adelante, y eso me sorprende de mí. Es que nunca lo pensé, nunca pensé en lo que podía llegar a pasar y tampoco me dejaban pensarlo, siempre me contuvieron y no existió el momento. También la seguridad que me dieron los médicos al decirme que, dentro del cáncer, lo que yo tenía era algo simple hizo que no sintiera miedo.

¿Cómo continúa tu vida hoy después de lo que viviste?
Ahora que me curé y que ya hace dos meses que estoy viviendo en Cipolletti de nuevo, creo que tengo una vida normal y estoy muy contento de que así sea. Estoy terminando el colegio y yendo a un gimnasio especializado en rehabilitación todos los días. Disfruto de estar acá con mis amigos, con Lola mi novia y con mi familia. Creo que es poco y nada lo que no puedo hacer, comparado con todo lo que sí puedo hacer. Después de esa mala noticia en julio del año pasado, todas fueron buenas noticias, los estudios salieron bien, antes de la operación que tuve en enero el tumor estaba 100% muerto, la operación salió excelente y la prótesis se adecuó bien al cuerpo.

¿En qué aspectos sentís que cambiaste?
Hoy me veo una persona más tranquila, no me apuro con nada, no me preocupo por cosas que antes pensaba que eran graves y ahora después de lo que me pasó, me doy cuenta de que no son tan importantes. También antes era muy quejoso, y la verdad que durante todo el tratamiento no me quejé de un montón de cosas que me podría haber quejado, y hoy siento que no hay nada que iguale a eso. Veo en mí, que al estar lejos de todos cambian mis ganas de estar todo el tiempo con ellos, lo valoro mucho más y siempre me pongo a pensar en qué bueno es poder estar acá.

¿Creés que hoy podés ayudar a otros con la experiencia que pasaste?
Cuando mis compañeros egresaron del colegio, les escribí una carta contándoles cómo estaba y cómo venía siendo mi experiencia. Hay mucha gente que me felicitó y que me dijo que les ayudó mucho como ejemplo. Hoy trato de mostrarle a la gente, así como también lo hice en la carta, que no hay que esperar a que les pase algo grave para aprovechar y disfrutar cada momento, valorarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Creo que todo es cuestión de actitud”

Joaquín Darquier es un adolescente de 19 años que hoy vuelve a vivir a Cipolletti, su ciudad natal, tras haber enfrentado un cáncer del ...